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jueves, 12 de mayo de 2016

Homilía Jubileo de la misericordia

El P. Emilio Velasco estuvo en el santuario de Lluc unos días para participar en la Asamblea anual de la Delegación de Mallorca. El viernes, dia 6 de mayo, todos los presentes celebraron la misa en la Basílica, uno de los tres lugares de Mallorca señalados para el jubileo.  La homilía del celebrante fue la siguiente:

+ En este día de hoy, un grupo de MSSCC hemos venido a Lluc para celebrar el Jubileo de la Misericordia proclamado por el Papa Francisco bajo el lema: ‘Misericordiosos como el Padre’.

+ Y lo hemos querido hacer en un día muy especial. Hoy se cumplen 125 años de aquel 6 de mayo de 1891en que nuestro Fundador, el P. Joaquim Rosselló, subió a este mismo lugar para hacerse cargo del cuidado pastoral y de la administración de este Santuario. Lo hizo no por iniciativa propia, sino secundando el deseo de quien era por entonces Obispo de Mallorca, D. Jacinto Mª Cervera, que quiso contar con él para llevar adelante el proyecto renovador de su Diócesis y más en concreto la restauración de esta ‘Casa de la Moreneta’ que pasaba por entonces por momentos bastante complicados en lo material y en lo espiritual. 

+ Todos sabemos que los Años Jubilares comienzan con un gesto simbólico típico y ligado a este tipo de celebraciones. Me refiero a la apertura de la Puerta Santa. 

+ La imagen de la puerta tiene hondas raíces evangélicas y evoca seguridad, acogida, defensa ante el peligro, posibilidad de entrar y salir, de quedarse fuera o dentro. Poco tiempo después de abrir la Puerta de la Catedral de Roma, la Basílica de San Juan de Letrán, el Papa explicaba el significado de este signo de esta manera:

 Pienso en cuantos atravesarán una de las Puertas Santas, que en este Año son verdaderas Puertas de la Misericordia. La Puerta indica a Jesús mismo que ha dicho: «Yo soy la puerta. El que entra por mí se salvará; podrá entrar y salir, y encontrará su alimento». Atravesar la Puerta Santa es el signo de nuestra confianza en el Señor Jesús que no ha venido para juzgar, sino para salvar. 

Y añade:

Atravesar la Puerta Santa es signo de una verdadera conversión de nuestro corazón. Cuando atravesamos aquella Puerta es bueno recordar que debemos tener abierta también la puerta de nuestro corazón. Estoy delante de la Puerta Santa y pido al Señor: ‘Ayúdame a abrir la puerta de mi corazón’. No tendría mucha eficacia el Año Santo si la puerta de nuestro corazón no dejará pasar a Cristo que nos empuja a andar hacia los otros, para llevarlo a Él y a su amor. Por lo tanto, como la Puerta Santa permanece abierta, porque es el signo de la acogida que Dios mismo nos reserva, así también nuestra puerta, aquella del corazón, esté siempre abierta para no excluir a nadie.

+ El Papa ha querido también que este signo de la Puerta Santa estuviera presente en cada Iglesia particular, para que el Jubileo de la Misericordia pueda ser una experiencia compartida por cada persona ya que se celebra en todo el mundo y no sólo en Roma. El Obispo de Mallorca ha decidido, en consecuencia, que una de esas Puertas de Misericordia se abra precisamente en Lluc, un lugar verdaderamente emblemático para la fe en esta Iglesia particular. 

+ Al atravesar hoy como MSSCC esta Puerta de la Misericordia pienso en que deberíamos hacerlo pensando en lo que somos y estamos llamados a ser según el carisma que el Espíritu regaló y regala a la Iglesia por medio del P. Joaquín, nuestro Fundador. Queremos pues franquear el umbral de esa puerta de la mano de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, iconos de Misericordia.


Entrar hoy por la ‘Puerta de la Misericordia’ significa en primer lugar franquear  una puerta que nos lleva a la contemplación: Al hacerlo dejamos atrás una manera superficial de ver la realidad y todo lo que nos rodea y comenzamos a mirar las cosas con el corazón. Nos retiramos al desierto y nos acercamos a la zarza ardiente de los SSCC para dejar que nuestros corazones ardan en su mismo fuego. Entonces nuestros ojos interiores comienzan a ver las cosas de otro modo, con una nueva profundidad. Nos liberamos de los ídolos que esclavizan y descubrimos que ‘Dios es amor’. Que es un Dios con ‘entrañas de misericordia’, ‘clemente y compasivo, paciente, lleno de amor y fiel’ (Éx 34,6) que nos ama y nos atrae porque quiere que seamos felices. Y esa manera de ver a Dios transforma también nuestro modo de ver todo lo que nos rodea porque el verdadero contemplativo no lo es sólo en la capilla, sino en la vida de cada día. El verdadero contemplativo -contemplativo al estilo de Jesús y de María- acaba mirándolo todo con la misma mirada del Dios que tiene Corazón.

Entrar hoy por la ‘Puerta de la Misericordia’ significa también franquear  una puerta que nos conduce a la comunidad. Al hacerlo dejamos atrás nuestro egoísmo, nuestro individualismo, nuestro afán de protagonismo. Escuchamos de nuevo las palabras que nuestro Fundador nos dejó como testamento: Amaos como los Sagrados Corazones de Jesús y de María os aman…. Nos identificamos con su imagen, la de aquel medallón gastado del coro de Sant Honorat que nos dio nombre. Una imagen de los SSCC unidos que nos habla de comunión, de encuentro, de diálogo, de estrechar vínculos… y nos comprometemos a vivir como ellos, con un corazón y un alma sola. Descubrimos así que la comunidad es el primer lugar donde estamos llamados a practicar la bienaventuranza de los misericordiosos con nuestros prójimos más próximos, los hermanos con los que compartimos la fe, la vida, la misión. Y nos ponemos a hacerlo como lo hizo el mismo Jesús: curando y perdonando. Creando esos ‘oasis’ en medio del desierto donde se sanan heridas y se vive reconciliados. Abriendo la puerta del propio corazón al otro y dejando que circule la corriente de la misericordia capaz de arrastrar consigo todo aquello que no favorece la fraternidad.

Entrar hoy por la ‘Puerta de la Misericordia’ significa además franquear  una puerta que nos empuja a la misión: Al hacerlo dejamos atrás encerramientos, miedos, comodidades y particularismos. Nos hacemos conscientes de que hemos sido elegidos para ir y dar fruto, para formar parte de esa ‘Iglesia en salida’ de la que habla el Papa Francisco. Una Iglesia que no tiene miedo de llegar hasta las periferias, las fronteras, hasta los traspasados de este mundo. Si nos dejamos quemar en el Fuego de Amor que arde en los SSCC no podemos hacer otra cosa que comunicarlo por todas partes porque nos sabemos verdaderos Misioneros de la Misericordia. 

Entrar hoy por la ‘Puerta de la Misericordia’ significa por último franquear  una puerta que nos introduce en el ámbito de la cordialidad, de la cercanía, de la ternura, de la compasión entrañable: Al hacerlo dejamos atrás el ‘corazón de piedra’ para que el Dios-Amor nos pueda trasplantar un corazón de carne capaz de hacer un proyecto de vida centrado en las obras de misericordia

Miramos al Traspasado y contemplamos su Corazón abierto como un signo de solidaridad sin límites, que lo da todo sin reservas. Y nos identificamos con el Corazón de María que sabe ‘estar’ junto a la cruz de su Hijo sin huir, aunque una espada le traspase el alma. Nos declaramos así servidores del Traspasado en los traspasados de este mundo sufriente. Y así nos sentimos también parte de esa Iglesia que es como un ‘hospital de campaña’ y cuya misión es, según el Papa Francisco, la de curar las heridas del corazón, abrir puertas, liberar, decir que Dios es bueno, que Dios perdona todo, que Dios es Padre, que Dios es tierno, que Dios nos espera siempre.

+ Quizá por eso mismo, cuando el Papa Francisco Papa abrió la puerta santa en Roma, pronunció una oración en la que, entre otras cosas, pedía lo siguiente:

…que no nos cansemos de dirigir con confianza
la mirada a aquel que hemos traspasado,
a tu Hijo hecho hombre,
rostro resplandeciente de tu infinita misericordia.

Y añadía:

Él es la Puerta a través de la cual venimos a ti,
manantial inextinguible de consolación para todos…

El Corazón de Jesús permanece siempre abierto. En su costado traspasado se localiza la verdadera Puerta de la Misericordia. El Corazón de María nunca se cerró ni a Dios ni a los demás. 

Entremos hoy por la puerta abierta de los Sagrados Corazones. Penetremos a través de ella en ese recinto privilegiado donde Dios nos atrae hasta su Corazón, nos reúne en comunidad, nos elige y nos envía a esa misión de misericordia que nos impulsa a extender por todas partes el fuego de su Amor.
Que María de Lluc, a quien servimos como Congregación hace ya 125 años, nos siga cobijando junto a su Corazón maternal y acompañe siempre los pasos de nuestra familia misionera.

Que de verdad podamos vivir este Jubileo como Año de gracia del Señor. Felicidades.

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