Brisas, 29 diciembre 2018. Sección reportajes
Texto: Rafael Pherrer
Fotos: Pere Bota
En Mallorca las elevaciones de la Serra de Tramuntana y del macizo de Randa han sido desde tiempos inmemoriales el emplazamiento preferido por eremitas y anacoretas que un día decidieron permanecer alejados de la sociedad, acercarse a Dios, adentrarse en sí mismos a través de la meditación, la reflexión y la sosegada contemplación de los majestuosos paisajes que brindan las alturas montañosas, donde la espiritualidad se fortalece y encauza. De un tiempo a esta parte cada vez hay más adeptos al turismo espiritual, contemplativo, reflexivo, que buscan, tanto individualmente como en grupo, alejarse durante un tiempo del mundanal ruido con el fin de mantener y reforzar sus devociones religiosas, o quizás laicas, mediante ejercicios espirituales, charlas y meditaciones en común, cursos de yoga, sanación, relajación y budismo, con cursillos de formación, enseñanza del Ayurveda y de otras disciplinas encaminadas igualmente a encontrar una paz interior y una visión más positiva del mundo. Al mismo tiempo los huéspedes tienen ocasión de contemplar paisajes privilegiados desde las alturas y de unirse anímica y espiritual mente a la naturaleza circundante.
La
ermita de Sant Honorat
Uno de los lugares de retiro espiritual más llamativos en cuanto a
solemnidad paisajística es la ermita de Sant Honorat, que desde sus cuatrocientos
cincuenta metros de altitud gravita sobre el vasto llano agrícola de la comarca
del Migjorn. Frente al edificio principal, que fue inaugurado en el siglo XIV
aunque posteriormente experimentó transformaciones, hay un pequeño huerto
cosechado por los tres religiosos que viven en la ermita y dos ayudantes que
provienen del exterior. La hospedería cuenta con veintisiete habitaciones,
algunas de ellas con baño y con un amplio comedor con vistas espectaculares. En
otro edificio cercano, mucho más pequeño, encontramos una gran sala con amplios
ventanales sobre el valle en la que se realizan las actividades durante las
jornadas de retiro, que generalmente se enmarcan en el ámbito católico, aunque
también han ocupado estas instalaciones grupos de otras confesiones cristianas:
protestantes, luteranos y evangelistas.
A Miquel Mascaró, prior de esta pequeña comunidad perteneciente a
la congregación de los Sagrados Corazones, le gustaría contar con visitantes
musulmanes, pero reconoce que en este caso el diálogo es más difícil. Entre los
retiros espirituales de este año en Sant Honorat destaca el denominado «La
pregària del cor», plegaria fundamentada en el
peregrino ruso, obra datada entre 1853 y 1861, de reconocido prestigio
entre los practicantes de la contemplación hesicasta, doctrina que busca la paz
interior mediante una fusión mística con Dios y gracias a la consecución de una
armonía sincronizada con la creación.
«La pregària al cor» incluye exposiciones y coloquios acerca de la
importancia del silencio y la quietud a la hora de experimentar una paz
anímica; también está programado un taller de yoga denominado «Silencio
interior» que trata de la curación de las heridas profundas, íntimas, que a
veces produce la vida. Según Miquel Mascaró hay hospederías religiosas que
están más abiertas que otras al turismo y precisamente en Sant Honorat no hay
bar, chiringuitos ni tiendas, así que cuando uno viene aquí lo único que tiene
ante sus ojos es la belleza de la naturaleza, el bucolismo del huerto y del
jardín. «Mucha gente, nada más llegar, ya siente una especie de energía suave,
mezclada con una sensación de relajación, de manera que desde el primer momento
se ablandan las tensiones», asegura Miquel Mascaró.
El
santuario de Cura
En la cima del macizo de Randa y a más de quinientos metros de
altitud hallamos el Santuari de Cura, que pertenece a la congregación
Franciscana. Fue fundado en el siglo XIII por Ramon Llull, el más erudito
precursor de la contemplación de todos los tiempos, que meditó durante un tiempo
en una cueva cercana a la cima de la montaña. El santuario cuenta con una zona
de hospedería religiosa con treinta habitaciones y cuarenta plazas en el
refugio, al que hay que ir con saco de dormir, ya que el recinto no contiene
camas.
Antes la hospedería estaba al cuidado de una empresa que no
satisfacía a los administradores de la comunidad religiosa, pero el empresario
Xisco Vidal, propietario del restaurante Es 4 Vents de Algaida, tuvo la ocasión
de cerrar un contrato de arrendamiento de la zona en la que se hallan las
habitaciones y el restaurante y realizó una total adecuación de las
instalaciones, proporcionándoles todo tipo de comodidades. Actualmente los
monjes franciscanos ya no pernoctan en el lugar pero acuden a diario para
seguir realizando sus actividades pastorales y culturales.
El Santuari de Cura acoge periódicas concentraciones de monjes
franciscanos que realizan aquí ejercicios espirituales, charlas, conferencias y
encuentros con sus familiares; también acuden grupos de practicantes de yoga,
que ascienden hasta el santuari por la espectacularidad de unas vistas que
abarcan prácticamente toda la Isla. A veces se imparten en Cura cursos de
Tai-chí, desarrollo personal y técnicas de relajación, tanto en el recinto del
santuario como en los alrededores.
El
santuario de Lluc
Su hospedería es la de mayor envergadura y pertenece a la
congregación de los Sagrados Corazones. Cuenta con ochenta y una habitaciones o
celdas, treinta y nueve apartamentos amueblados –equipados con baño, televisión
y calefacción– y con diversos espacios para reuniones de grupo. Al Santuari de
Lluc acuden grupos de sacerdotes católicos y monjas con el fin de realizar
encuentros, ejercicios espirituales y conferencias. También llegan a la hospedería
integrantes de numerosas corales que solicitan utilizar la basílica para sus
ensayos, dada la excelente acústica del lugar.
Asimismo acuden muchos grupos relacionados con el yoga, cuyos
miembros lo practican, pero también participan en talleres de concentración,
meditación y otras prácticas estrechamente vinculadas a esta disciplina hindú.
Los ejercicios se llevan a cabo tanto en espacios cerrados como en el entorno
del santuario, quizás en el jardín botánico o junto a alguna antigua sitja, ambos, lugares muy tranquilos y
poseedores de una belleza paisajística que potencia el viaje interior.
Actualmente en el Santuari de Lluc se está trabajando en un
proyecto asesorado por el doctor Carles Amengual, médico homeópata y biólogo.
Se trata de la creación de un es pacio, dentro de los límites de la finca del
santuario, en un emplazamiento llamado Es Pinaret de Lluc, destinado al
ejercicio de la Bosqueterapia, práctica que tiene sus orígenes en Japón con el
nombre de El Shinrin-Yoku, que traducido literalmente significa ‘baño de aire
en el bosque’. Se trata de un método practicado desde hace siglos, que consiste
en pasear por una arboleda atendiendo minuciosamente a las sensaciones que
brindan los cinco sentidos; de esa forma, y gracias también al efecto sedante
que producen los boscajes, dicen los entendidos en esta materia que se
restablece el equilibrio entre cuerpo, mente y alma; también mejora el estado
de ánimo y se modera notablemente el estrés.
Oratori
de Santa Llucia
A trescientos cincuenta metros sobre el nivel del mar y en las
estribaciones del Puig de Massanella se halla el Oratori de Santa Llucia, un
lugar desde el que se contempla una majestuosa panorámica de la localidad de
Mancor de la Vall y sus alrededores, salpicados de lomas colmadas de pinedas.
Al pequeño oratorio medieval, datado en 1275, se le adosó durante el siglo XX
una enorme construcción cuadrangular en la que, aparte de las instalaciones
para las religiosas, hay un gran comedor con espectaculares vistas sobre el
valle, así como cuarenta y dos habitaciones en las que se hospedan los que
buscan el silencio de las alturas.
El recinto está destinado preferentemente a ejercicios
espirituales de confesión católica y a cursillos de cristiandad, pero en algunas
ocasiones acoge a luteranos miembros de la comunidad sueca que viven en
Mallorca. Al finalizar 2018 en Santa Llucia habrán tenido lugar ejercicios
espirituales de seminaristas menores, un retiro de catecúmenos de Palma y
actividades laicas como cursos de yoga y meditación, y también un retiro
budista. Desde 1973 habitan en el edificio religiosas de los Sagrados Corazones
y en la actualidad son solamente tres las monjas que, ayudadas por dos
trabajadores externos, atienden las necesidades diarias de la ermita.
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